domingo, 10 de abril de 2016

LA CONQUISTA DE NUESTRO TERRITORIO


La conquista del territorio que actualmente ocupa Colombia fue un proceso largo que abarcó desde la cercanía del año del Descubrimiento de América hasta 1540 aproximadamente. En su inicio fueron exploradas sus costas por Alonso de Ojeda en 1499 y hasta 1510 no se fundó el primer asentamiento español en Tierra Firme: San Sebastián de Urabá, que tuvo una efímera vida de unos pocos meses.

Más adelante, en uno de sus viajes de exploración, Rodrigo de Bastidas fundó la ciudad de Santa Marta que sí ha sobrevivido hasta nuestros días por su estratégica posición y la riqueza natural que le rodea. Estas últimas expediciones tuvieron lugar en la parte caribeña de Colombia, pero la parte de la costa pacífica no fue explorada hasta 1522 en que Pascual de Andagoya, enviado por Pizarro desde Panamá. Andagoya recorrió parte del litoral colombiano pero no encontró ni obtuvo nada de interés. Posteriormente llegarían los tres viajes de Pizarro que completarían la conquista de Perú y Quito. Dichos viajes continuaron más hacia el sur porque aparte de no tener ninguna noticia de estas zonas, ni ninguna mención de ningún indígena, las pocas veces que habían intentado penetrar por alguno de sus ríos o bahías siempre habían sido recibidos de forma hostil y amenazante por parte de sus habitantes, que además mostraban una gran habilidad en el uso de dardos envenenados, por lo que se prefirió continuar hacia el famoso Perú y sus riquezas y dejar esas inhóspitas y peligrosas tierras a otros.

En 1528 el gobernador de Santa Marta, don Rodrigo Álvarez Palomino, vio pasar por su ciudad un buque cargado de oro y distintos objetos que Pizarro enviaba desde el Perú a España, entre ellos dos curiosos animales parecidos a ovejas, aunque más grandes y resistentes: unas llamas y pensó que si se adelantaba a que el comercio de estos animales de carga fuera concedido a Pizarro él podría llegar a la sierra donde se criaban y utilizando el río Magdalena venderlas por toda Sudamérica. El gobernador pensaba que dicho río atravesaba todo el subcontinente, pasando por las espaldas de los Andes peruanos y llegando hasta el sur, hasta el río de la Plata. Algo que, obviamente, no era cierto. Pero el hombre preparó su expedición y partió subiendo el río Magdalena donde murió a los pocos días ahogándose en él. Esta pudo ser la primera expedición seria a las tierras interiores colombianas pero quedó en absoluto fracaso.



Álvarez Palomino fue sustituido por García de Lerma, que intentó el mismo ardid enviando hasta doce exploraciones al interior que llegaron hasta el río Cauca y su afluente San Jorge, pero no consiguió mucho más, falleció y fue sustituido por don Pedro Fernández de Lugo, Adelantado de Canarias, que nombró Teniente de Gobernador de Santa Marta al Licenciado Gonzalo Jiménez de Quesada, joven andaluz recién llegado a principios de abril de 1535 y al que inmediatamente ordenó la partida de la Jornada del Río Grande (río Magdalena) con el objetivo de explorar sus cabeceras.


El 5 de abril de 1535 partieron de Santa Marta 600 infantes y 70 caballeros con una flotilla de tres bergantines y una fusta para ascender el río. Bordearon Sierra Nevada y llegaron a Valledupar, pasando por Chiriguana, Tamalameque, Sompallón y Barrancabermeja. Habían logrado avanzar unos 900 km río arriba pero llegaron a un punto en el que no podía seguir avanzando; aún no habían logrado ninguno de los objetivos: encontrar oro y descubrir la ruta que les llevaría desde Santa Marta hasta el río de la Plata a espaldas de los Andes. Pero ocurrió algo inesperado: Quesada ordenó a los capitanes Juan de San Martín y Antonio Nebrija que navegasen unas 25 leguas delrío Opón, afluente del Magdalena, para ver si definitivamente se podía continuar o no, pues bien, ascendiendo dicho río Opón se encontraron con indios que usaban una sal distinta a la de la costa caribeña y les preguntaron que de donde la obtenían y les dijeron que río arriba estaban las minas de sal que pertenecían a un gran pueblo y un gran señor: los chibchas.

Cambiaron el rumbo y se dirigieron a la siguiente sierra ascendiendo el curso del río Opón. Seguir la ruta de la sal les llevaría a las riquezas. Pasaron por Guachetá, en donde encontraron esmeraldas y luego por Lenguazaque, Cucunubá y Suseca penetrando en el valle de los Panes de la Sal (Nemocón, Tausa y Zipaquirá) continuando hasta Cajicá y Chía, en donde ascendieron hasta Suba en donde descubrieron el Valle de los Alcázares, llamado así por el cronista Aguado en el que describía la zona como ocupada por unos edificios que al verlos de lejos parecían suntuosos y de gran majestad. Era el 21 de abril de 1537. Allí Ximénez de Quesada ordenó a sus capitanes Céspedes y San Martín explorar los alrededores para ver qué había y no encontraron nada interesante, solo tribus bastante pobres que incluso tenían problemas para alimentarse. Continuaron explorando hacia el norte y se enfrentaron a distintos pueblos nativos, venciéndoles siempre y tratando de averiguar donde se encontraban las riquezas de los chibchas pero nada obtuvo. Viendo que no había nada más que hacer procedieron al reparto de las pocas riquezas obtenidas y fundaron el 6 de agosto de 1538 la ciudad de Santa Fe de Bogotá.

Pero a la vez que Gonzalo Jiménez de Quesada recorría la zona desde el norte, desde el sur lo hacían otras expediciones enviadas por Sebastián de Belalcázar una vez finalizada la conquista del reino de Quito, Tras la victoria sobre los últimos ejércitos quiteños uno de los caciques capturados por los hombres de Belalcázar fue Taconango, que había llegado para apoyar a los quiteños desde las tierras más al norte, es decir, la actual Colombia y les habló de las muchas riquezas que había en esas tierras y de otras muchas grandezas. Este fue el principal detonante de la inmediata organización de nuevas expediciones. Además de que en esos momentos en la zona de Quito había un gran excedente de conquistadores llegados con Alvarado y Almagro por lo que utilizarlos en algo útil era prioritario.


Belalcázar envió a principios de 1535 una primera expedición al mando del capitán Pedro de Tapia a explorar esos territorios hacia el norte, llegando hasta el río grande Quillacinga, y volvió con informes muy positivos sobre posibles riquezas y nuevos datos sobre el Dorado, que ya empezaba a ser una magnífica leyenda entre los conquistadores. Para confirmar estos datos y realizar incursiones más profundas envió otra expedición al mando del capitán Pedro de Añasco con 40 caballos y 40 infantes para explorar tierras quillacingas y hasta el valle de Atures (Atris) en donde se fundó la ciudad de San Juan de Pasto. Recorrieron esa amplia zona sin tener ningún problema con los nativos; a dicha expedición se unió otra más comandada por Juan de Ampudia con 90 hombres, conformando ya una expedición más seria y que sí tuvo violentos encuentros con los nativos al cruzar zonas más densamente pobladas como la rivera del río Patía. El día 1 de noviembre de 1536 llegaron al pueblo de Pubén o Popayán y después pasaron por el río Cauca y al Señorío de Cali en donde continuaron guerreando con los nativos los cuales tuvieron gran cantidad de bajas por prácticamente ninguna de los españoles. A los pocos días arribó a la zona Belalcázar con su ejército de 300 hombres. Ya ambos ejércitos juntos continuaron explorando el río Cauca en busca de una salida al mar para poseer una ancón o puerto de salida de la gobernación que Belalcázar pensaba conseguir en la zona. Fracasaron en encontrar esa salida al mar y finalmente el 25 de julio de 1536 fundaron oficialmente la ciudad de Santiago de Cali, fue nombrado Alcalde Pedro de Ayala y como regidor Antón Redondo.

Tras todas estas expediciones Belalcázar decidió regresar al sur y de paso fundó la ciudad de Popayán el 13 de enero de 1537 nombrando Alcaldes a Juan de Ampudia y a Francisco García de Tobar. Se eligieron regidores y se señalaron los solares para ser repartidos y poblados. Belálcazar regresó a Quito para informar a Pizarro de todos sus hallazgos y fundación de ciudades con el objetivo de tranquilizarle, ya que le veía como un posible rival, y para dejarle claro que al fundar esas ciudades tenía derechos como gobernador de esas tierras.

Más tarde el mismo Belalcázar organizó la expedición definitiva que durante cuatro meses y en dirección norte atravesó bosques oscuros, altos acantilados, sierras nevadas, ciénagas, páramos inaccesibles para, finalmente, llegar al nacimiento del Río Grande, o río Magdalena, como se llama en la actualidad, llegando a las llanuras del Neiva, rico y tranquilo lugar en el que la expedición por fin pudo descansar. Allí estuvieron unos días y decidieron continuar hacia la región de Cundinamarca. Se desviaron por el río Opón y treparon hasta el altiplano llegando al valle de los Alcázares, la comarca de los chibchas o muiscas.

Allí recibieron noticias de que otros extranjeros andaban por la zona, levantándose grandes dudas sobre quiénes serían y qué harían por allí. En Perú en esos momentos había duros enfrentamientos entre los partidarios de Pizarro y los de Almagro y podrían ser proscritos peligrosos. A los pocos días se produjo el primer encuentro entre dos expediciones con origen distinto: la de Belalcázar que venía del sur y la de Jiménez de Quesada, que venía desde el norte. Se reunieron en la recién fundada ciudad de Nuestra Señora de la Esperanza por éste último, el 6 de agosto de 1538, pero no realizó los trámites legales para que la fundación fuese legítima, y aprovechando este encuentro refundaron la ciudad llamándola Santa Fe de Bogotá realizando todos los trámites legales y burocráticos para que todo estuviese en orden.

Fue un encuentro cordial en el que como ninguno de los dos tenía muy claro qué derechos o privilegios tenía sobre el otro decidieron llegar a un acuerdo en el que dejaban todo para que lo decidiese una instancia superior del reino castellano. A los pocos días llegó la otra expedición que andaba por la zona: la de Nicolás de Federman, que había partido de la ciudad de Coro a finales del año 1537 y tenía permiso del rey Carlos I para explorar Venezuela y los nuevos territorios colombianos. Si bien la intención del alemán no era la de colonizar y fundar ciudades, tan solo buscaban obtener réditos económicos por los privilegios obtenidos a través de las familias financieras alemanas Welser y Fugger.

Buscaban el mito del Meta, zona supuestamente riquísima predecesora del más conocido mito de El Dorado y que se debía encontrar por esas latitudes pero que jamás fue encontrado. Fue recibido con honores militares y aceptó también el pacto aprobado por los dos primeros conquistadores. Con este acto se puede decir que toda la región quedó conquistada para la corona castellana.

Otras expediciones importantes fueron las de Jorge Robledo, que recorrió el río Cauca y fundó las ciudades de Cartago, Anserma y Antioquía. Y las de Pedro de Heredia, fundador de Cartagena de Indias, que exploró y colonizó gran parte de la zona costera colombiana entre los años 1533 y 1535.

 
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