viernes, 5 de febrero de 2016

LA EXPANSIÓN PORTUGUESA

El siglo XV estaba destinado a ser el siglo ibérico por excelencia. Los distintos reinos en que se dividía la península eran ya importantes dentro del concierto europeo, pues sobre una superficie de unos 600.000 Km.2 existían, prácticamente, sólo cuatro Estados: Castilla, Portugal, Aragón y Navarra. Castilla el más extenso, desde el siglo anterior, incluía a León y comprendía a Galicia, Asturias y parte de la costa levantina, y estaba arrebatando nuevos territorios a los musulmanes. Aragón se uniría en ese mismo siglo con el reino de Castilla.    De los cuatro Estados, Portugal, si bien no el más extenso, era, por cierto, el menos afectado por la lucha contra los musulmanes y, además, era el más vitalmente vinculado al mar. Así lo determinaba su condición de país relativamente estrecho y dotado de un extenso litoral. Estaba destinado a adelantarse a todos en la navegación atlántica.
En la segunda década, el infante don Enrique el Navegante echó en Sagres las bases para una amplia formación marinera. De esa escuela salieron los navegantes que abrieron el mundo a los europeos, solucionando, de paso, el problema creado por el monopolio de todo el comercio con Oriente, hasta entonces en manos tanto de comerciantes como de soberanos musulmanes del Asia.

LA SITUACIÓN EUROPEA DE LA ÉPOCA: 

EUROPA AMENAZADA


La situación del comercio europeo era muy extraña: había asumido una importancia considerable el tráfico con Oriente, muchos de cuyos productos tenían un extenso mercado en Europa; pero los precios eran fijados, no ya por los productores, lo cual hubiera sido admisible, sino por unos intermediarios cuya única intervención en el trafico se limitaba a no impedir el paso de las mercaderías; los funcionarios y reyezuelos de los Estados del Cercano Oriente.


Ello había originado, por una parte, una elevación desmesurada del precio de los productos asiáticos (fundamentalmente, las famosas especias y sedas) sin que los comerciantes productores asiáticos percibieran beneficio alguno; por otra parte, algunos productos manufacturados europeos, objeto también del comercio, debían venderse a precios bajísimos, pues los intermediarios los fijaban arbitrariamente.

Esta situación insólita había llevado a una disminución del poder adquisitivo de todas las monedas europeas. Con todo, hasta ese momento los comerciantes genoveses y venecianos, por ejemplo, habían participado en los beneficios de los bajaes y reyes del Cercano Oriente, y se limitaban a embolsar la diferencia que les dejaban, y participaban, de vez en cuando, en los conflictos entre los gobernantes, con vistas a lograr alguna ventaja.

Sin embargo, últimamente las conquistas de los otomanos amenazaban con una dominación política más estable y severa. Este estado de cosas se agravó a mediados del siglo, cuando los turcos tomaron a Constantinopla.

Estas cuestiones preocupaban a todos los europeos, pero ningún Estado se hallaba en condiciones de emprender una acción contra los islamitas. Un importante Estado europeo, Castilla, hacía ya siglos que estaba combatiendo, y con éxito constante, contra los musulmanes de España. Europa, mientras tanto, retrocedía en bloque, frente al avance de los turcos musulmanes del Cercano Oriente.

Uno de los pueblos ibéricos, Portugal, asumió la tarea de procurar una solución para el problema que afectaba a todos los europeos: arrebatar a los musulmanes el dominio de la economía continental. En su famosa escuela de Sagres se constituyó una verdadera academia naval. Cartógrafos, marinos, geógrafos, se formaban allí, con vistas a solucionar importantes problemas.

Por ejemplo, ¿África podría ser circunnavegada? ¿Las tierras del trópico serían efectivamente desiertas? ¿Se podría llegar a la fabulosa India?. Los navegantes portugueses surgidos de tal escuela intentaron responder a todas estas cuestiones, fundamentales para la vida y el porvenir europeo.

La acción del príncipe Enrique y la expansión portuguesa: En tanto Castilla y Aragón enfrentaban el problema de la reconquista, Portugal y Andalucía iniciaron la expansión. En el siglo XV la isla Madeira y parte de las Canarias estaban ocupadas por colonos portugueses y españoles, respectivamente. A fines de siglo, Madeira producía caña de azúcar y vid en cantidad suficiente para exportar.

Nació en Oporto el 4 de marzo de 1394, tercer hijo del rey João I de Portugal (1385-1433) y de Felipa de Lancaster, hermana de Enrique IV de Inglaterra. Fue educado en la literatura, la política y la guerra. Con algo más de 20 años (1415) toma parte en la conquista de Ceuta, empresa en la que participaron más de cincuenta mil portugueses y unas 200 naves. A partir de entonces parece que surgió en el Infante la idea de acometer la exploración de de las costas africanas.

Portugal, con extensas costas sobre el océano, buenos puertos, una considerable población pesquera y una clase comercial que se había emancipado bastante del feudalismo, estaba en condiciones de comerciar productos costosos. Los italianos defendían sus derechos y, en consecuencia, Portugal y el oeste de España buscaron nuevas fuentes comerciales. Conocían muy bien el Atlántico, desde Islandia a África del Norte.

El príncipe Enrique de Portugal (1394-1460) fue el que inició un plan sistemático de exploración. La penetración en África se inició en 1415 con la toma de Ceuta (Marruecos), que era punto clave del estrecho y camino hacia la región del oro.

 Portugal estaba atravesando una grave crisis económica. Conquistada Ceuta, no se lograron las ventajas económicas esperadas y el fracaso engendró nuevas expediciones. Zurara, cronista contemporáneo, enumera las razones que impulsaron al príncipe Enrique a organizar estos viajes. Sostiene que primero fue el deseo de saber qué había más allá del cabo Bojador, rodeado por Gil de Eannes en 1434.
Diego Gómez, quien descubrió en 1456 la desembocadura de los ríos Geba y Casamance, en sus relatos de viajes, decía que el príncipe deseaba encontrar los países de donde provenía el oro que llegaba a Marruecos por las rutas del desierto para comerciar con ellos. Zurara coincide en ese punto, pero agrega que los exploradores esperaban encontrar pueblos cristianos más allá del país de los moros. Además, se deseaba averiguar hasta dónde llegaba el poderío árabe y buscar alianzas con cuanto príncipe cristiano pudiera hallarse.

En 1460 los portugueses llegaron a la altura de Sierra Leona buscando oro, esclavos, marfil, caballos y la conexión con la India Gangética qúe pensaban encontrar hacia el sur, siguiendo la concepción geográfica de Fray Mauro, o cruzando Africa, si se seguía la teoría de Ptolomeo.
Muerto el príncipe Enrique, su sucesor, Alfonso V, tuvo más interés en tomar Tánger. Igualmente, las expediciones hacia el sur continuaron; en 1475 estalló la guerra entre Portugal y Castilla por la determinación de la nobleza castellana de excluir del trono a Juana (la Beltraneja), proponiendo en su lugar a Isabel. Alfonso V se casó con Juana y reclamó el trono de Castilla.

Como consecuencia, hubo encarnizadas luchas que se extendieron a Guinea. La zona fue escenario de anormalidades y fricciones que Castilla castigó. Portugal replicó con el hundimiento de barcos y muerte para la tripulación capturada en la zona que consideraba como propia. La corona portuguesa reclamaba el monopolio comercial basándose en la prioridad del descubrimiento y en las Bulas papales de 1454 y 1456 que otorgaron exclusivamente al príncipe Enrique y a la Orden de Cristo el derecho y el deber de convertir a los indígenas de esa región.

La lucha terminó con el Tratado de Alcaçovas-Toledo de 1479, por el cual Portugal se reservó el derecho de ruta hacia el sur de Guinea y todos los archipiélagos, salvo Canarias y Santa Cruz de Mar Pequeña. Castilla podía anexionar ‘otras islas de Canarias’, si las hallaba hacía el oeste.
En forma clara se nota que Portugal se desinteresó por la ruta hacia el poniente. Bartolomé Diaz, experto navegante, descubrió en 1487 el Cabo de Buena Esperanza, aunque el extremo sur del continente corresponde al de las Agujas; más al este Supo sortear el peligro de las corrientes marinas y abrir el camino al Asia.

La expedición de Vasco da Gama, que partió en 1497, sorteó el Cabo de Buena Esperanza, hizo varias escalas en la costa oriental de Africa y llegó a Calicut en 1498. Inmediatamente negoció con el rey local para adquirir especias. Reunió cierta cantidad de pimienta y canela. Con ese cargamento regresó a su país. Arribó a Lisboa en Setiembre de 1498. Así se cumplieron los objetivos que Portugal se había propuesto. En tanto, Castilla se proyectó hacia el Atlántico con el apoyo de marinos andaluces.

Brasil fue descubierto en 1500 por Pedro Álvares Cabral. Aunque inicialmente menos importante, Brasil llegaría a ser la colonia más importante del imperio, desde la cual Portugal reunió recursos como oro, piedras preciosas, caña de azúcar, café y otras cosechas.

 
Desde 1580 hasta 1640, el trono de Portugal fue retenido por los reyes Habsburgo de España. Este periodo marcó el fin del I Imperio Portugués al establecerse la Unión Ibérica(o Unión de las Coronas), o según definición de la época "Unión de los reinos españoles", o de España (siendo los reinos españoles la Corona de Aragón, Castilla y Portugal). Lo que benefició a Portugal, el libre derecho de la inmigración de ciudadanos portugueses a territorios españoles, sobre todo a la actual Hispanoamérica a parte de Brasil.

La diferencia básica entre la unión personal y real, es que la primera es casual y no crea ningún vínculo jurídico entre los territorios de la unión, mientras que en la unión real se produce una uniformación de su política exterior, como fue el caso de Portugal. Así, la unión de Portugal y Castilla daría lugar a un conglomerado territorial que incluía posesiones en todo el mundo: México, los actuales oeste y sur de los Estados Unidos, América Central, el Caribe, Sudamérica, Filipinas, Timor Oriental, los Países Bajos Españoles (excepto los Países Bajos), así también como núcleos costeros y enclaves en Berbería, Guinea, Angola, Mozambique y otras bases en el este de África, Golfo Pérsico, India, los reinados y ducados territoriales en Francia e Italia y en el Sudeste Asiático, (Macao, Molucas, Formosa...).

Los enemigos de España, tales como los Países Bajos, Francia e Inglaterra, codiciaron sus riquezas ultramarinas, y en muchos casos encontraron más fácil atacar los puestos portugueses pobremente defendidos que los españoles, principalmente las Provincias Unidas de los Países Bajos; España también ejerció una política de abandono de las capitanías portuguesas que ahora controlaba. Aunque las colonias holandesas en Brasil fueron borradas, en el siglo XVII, los holandeses pudieron ocupar Ceilán, el cabo de Buena Esperanza, y las Indias Orientales y a encargarse del comercio con Japón en Nagasaki. Los territorios del Pacífico de Portugal fueron reducidos a las bases en Macao yTimor Oriental.

La independencia de Portugal de España, el 1 de diciembre de 1640, supuso también la pérdida de derechos en los antiguos territorios españoles se habían establecido durante la Unión Ibérica con su metrópoli. Se perdieron contactos con las antiguas colonias que pertenecían a la soberanía española.
En 1661 los portugueses dieron Bombay a Inglaterra como parte de una dote, y por los próximos cien años, los británicos se convirtieron en la potencia dominante en la India, excluyendo a otras potencias del comercio. Portugal retuvo Goa y varias bases menores a lo largo del período.

El terremoto de Lisboa de 1755 puso en jaque las ambiciones coloniales portuguesas en el siglo XVIII. El seísmo y subsecuente tsunami mató a más de 100 000 personas en Lisboa (entonces una ciudad de 275 000). Destaca el conflicto con España en la Banda Oriental por la colonia del Sacramento, las Misiones OrientalesRío Grande del SurSanta CatarinaLa Guayra así como otros territorios fronterizos en Sudamérica. En 1815 quedó establecido el Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve.

Imperio portugués - 1810.
Brasil siguió siendo un territorio de Portugal por muchos años, y se convirtió en el centro principal de las ambiciones coloniales portuguesas. La inmigración voluntaria desde Europa y el comercio de esclavos de África aumentó la población de Brasil inmensamente (Brasil hoy es el país de habla portuguesa más grande del mundo). Para 1822, tras las guerras Napoleónicas, la estancia de la Monarquía en Brasil y los procesos de independencia de la América Española, Brasil declaró la independencia con un príncipe portugués, Pedro I, como emperador. Ése fue el fin del II Imperio portugués.

A la altura del colonialismo europeo en el siglo XIX, Portugal había perdido su territorio en Sudamérica y conservaba unas cuantas bases comerciales en Asia y África. Durante esta fase, el colonialismo portugués se enfocó en expandir sus posesiones en África (que frecuentemente eran fortificaciones destinadas a servir como puestos comerciales) en territorios de mayor tamaño para competir con otras potencias europeas durante el Reparto de África, comprendiendo que las ambiciones de las grandes potencias como Francia, Gran Bretaña o Alemania forzaban al gobierno portugués a asegurar su dominio sobre todos los territorios que aún pudiera reclamar.



 
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